Kingdom Hearts: Birth By Sleep - Ventus' Theme - EXTENDED
Qué extraño, siento como si una suave brisa me despertara de un sueño eterno...
Juraría que hasta no hace mucho estaba plácidamente durmiendo en mi cama, acurrucado entre mis cálidas sábanas retomando recuerdos felices.
Estoy seguro, estaba acostado, recordando su cara, sus ojos, sus labios...
¡Es cierto! ¿Qué demonios hago aquí?
¿Qué es este sitio? ¿Qué ocurre...?
Un gran espacio desierto y gris se descubre ante mis ojos. Un mundo sin suelo ni techo, sin paredes ni ventanas, sin cielo ni tierra, sin mar ni montañas.
Algo extraño me envuelve, siento como un viento desconocido arrastra mis sentimientos y se los lleva hacia un lugar mejor, lejos de mí, para evitarles más penurias.
No sé por qué solo con estar aquí siento como si nada importara, como si toda felicidad y todo dolor no existieran.
¿Qué es este lugar...?
- La nada -dice una extraña voz a mis espaldas- Detrás de nuestra existencia se encuentra el inmenso vacio. La nada. Donde no existe la historia, donde no mora la mente, donde no descansa el alma...
Sin sentir miedo alguno me giro lentamente. Voy rotando sobre mí mismo, mientras tanteo un suelo invisible, para descubrir una minúscula mota de oscuridad, una pequeña sombra difuminada y suspendida en el vacío.
- Estás en "Ninguna parte" -dice la voz- donde todo es uno, y donde uno es nada...
Lentamente la extraña sombra va creciendo y tomando forma.
Poco a poco un polvo blanco amarillento brota de entre las distancias para arremolinarse en un mismo punto. Se van uniendo la oscuridad y el polvo construyendo una figura triste y encorvada.
Una oscura toga de humo negro recubre su cuerpo y una capucha negra oculta su tez. En su mano izquierda lleva un refulgente reloj de arena dorado mientras en la mano derecha esgrima una enorme guadaña de plata con acabados en nácar.
- ¿Quién eres? -pregunto tímidamente.
- ¿Que quién soy yo? -responde indignado el encapuchado- Bueno, la verdad es que es una buena pregunta. Sí, muy buena. ¿Quien soy? ¿Soy la nada? ¿Soy el tiempo? ¿Soy la muerte? ¿Soy Dios? ¿O quizás, soy tú...?
Un extraño silencio sepulcral se propaga por el aire, y de pronto, rompiendo el tañido del silencio dice:
- Soy aquel a quien comúnmente denomináis como la muerte, o para ser más precisos soy conocido como el Fin de los tiempos.
¿Qué está ocurriendo? ¿Es esto un sueño...?
- No -dice el- No es un sueño. Puedes pellizcarte cuanto quieras que no hay lugar al que volver.
Vuelvo a depositar en él mi mirada para descubrir como se acerca poco a poco.
- Señor Fin de los tiempos. Entonces, ¿es verdad qué...?
- Tranquilo, hay confianza, puedes llamarme Fin.
- Pues Fin ¿podrías decirme si es que acaso ha llegado mi hora?
- Así es. Ha llegado. Has muerto durmiendo plácidamente, la mejor de las muertes. Dejaste de respirar mientras soñabas con la mujer a la que amabas.
Entonces vuelven a mi los recuerdos, su cara, sus ojos, sus labios. Cierro los ojos e intento recordarla, pero poco a poco se va desvaneciendo.
- ¿Me vas a matar? Por favor no me hagas daño...
- ¡No me lloriquees! Tranquilo. Tú ya estás muerto, así que no sufras.
- Entonces, ¿por qué estás aquí?
- Mi labor consiste en llevar la cuenta para saber cuándo llega vuestra hora. Miro mi reloj y cuando llegáis aquí tengo que atravesaros con mi guadaña para que vuestra alma se desintegre y desaparezcáis.
Es en ese momento cuando recobro la compostura y le miro a los ojos sin titubear:
- Haz lo tengas que hacer, pero que sea rápido.
- Tranquilo -dice cariñosamente- Te prometo que no te dolerá.
Se coloca ante mí y eleva la guadaña; Deja caer el mortífero instrumento velozmente y, dibujando un curva perfecta, la sonrisa de la hoja roza levemente mi cabeza y se posa sobre mi hombro, sin producirme daño alguno.
- Qué curioso -dice intrigado- No te has movido ni un ápice. ¿Esa valentía es por orgullo o porque no guardas acaso terror en tu alma?
- Lo siento -digo moviendo la cabeza- Ni la una ni la otra. Si que estoy aterrorizado mientras que llega el fin, pero esta entereza proviene de saber que he tenido la oportunidad de vivir y uno tiene que ser consciente de que tarde o temprano este préstamo debe pagarse.
- Bien, eso está muy bien. Perdón por jugar contigo antes. Pero quiero que sepas que puedo concederte una última voluntad.
- ¿De qué tipo se trata?
- La que tú quieras, siempre y cuando no haya que volver a la vida. Puedo darte lo que más te venga en gana para que puedas disfrutarlo por última vez. Hay quienes me piden que les permita fumarse un cigarrillo, otros quieren oír una canción por última vez, y bueno, otros por ejemplo prefieren pasarse media hora encomendándose al Señor. Ellos sabrán lo que hacen con sus dioses.
Me desentiendo un segundo de la conversación y desvío mis pensamientos para intentar buscar algo que merezca la pena hacer por última vez.
Pienso en la eternidad y en intentar inmortalizar en un momento toda mi vida, resumirme en un único gesto eterno.
Pero entonces se me ocurre algo mejor...
- No puedo volver a la vida, ¿cierto?
- Cierto.
- Pero todavía no he desaparecido, ¿no?
- Así es.
- Entonces mi última voluntad se tiene que realizar obligatoriamente por así decir en este mundo ¿Me equivoco?
- Para nada, has dado justo en el clavo ¿Ya sabes qué deseas?
- Sí ¡Quiero quedarme aquí para siempre!
Entonces el encapuchado aparta la vista de mi y empieza a rascarse suavemente la cabeza mientras mira a su alrededor como si estuviera buscando algo.
- Hombre, puedo hacerlo, pero es la primera vez que me piden algo semejante.
- Entiéndeme, no quiero desaparecer. Es mi voluntad. Prefiero permanecer aquí eternamente antes que sentir como se desvanece lo poco que me queda de existencia.
Me mira tristemente y con voz seria me dice:
- Entonces te convertirás en un alma en pena ¿Es eso lo que quieres? Vagarás por toda la eternidad en la nada, y jamás podrás rectificar.
- Tranquilo -menciono con risa burlona- Aquí es donde tu entras en juego ¡Adóptame!
Soltó una profunda carcajada.
- ¿Qué estás diciendo? ¿Que te adopte?
- Más o menos. Permíteme ser tu pupilo, tu hermano, déjame trabajar a tu lado por toda la eternidad y poder compartir contigo esta terca soledad. Te lo ruego.
Me arrodillé a sus pies mientras la poca esperanza que quedaba en mi se marchitaba para siempre. Aferrado a las oscuras telas que cubrían su cuerpo lloraba desconsoladamente al pensar en que todo cuanto fui había desaparecido y que lo poco que quedaba de mí no tardaría en desaparecer...
Entonces, sin previo aviso, levantó la guadaña, la sacudió en el aire y como un huracán la hizo bailar a mi alrededor, despellejándome las carnes y dejando intacta mi alma.
Cuando de mi existencia no quedó nada más que una pobre alma desnuda me cubrió con una capa negra y me entregó el reloj de arena. Me levanté y observé el precioso objeto dorado con el que me había obsequiado. Podía ver mi nombre plasmado en él y toda la arena en un mismo compartimento. Pero tras la visión la arena desapareció y con ella mi nombre.
- Ahí puedes ver el lapso de vida restante de todas las personas. Gracias a él puedo saber cuándo llegarán las almas por destruir.
- Ahora -dijo- ya no tienes ni nombre, ni existencia material, no existe lugar a donde puedas volver ni a donde tengas oportunidad de dirigirte.
Se irguió triunfante y prosiguió con voz poderosa:
- Prepárate. A partir de ahora no volverás a recordar qué es el descanso. Desde este mismo instante ambos estaremos unidos y nuestra labor será seguir con el fin de las vidas y la destrucción de las almas.
- Gracias. -le dije desde la sinceridad más pura que jamas hubiera imaginado.
- No hay de qué. Se agradece no tener que cargar yo solo con la desesperación de todo el mundo.
Me acarició la cabeza suavemente. No sé si como muestra de afecto o de agradecimiento, solo recuerdo que fue la única vez que sentí algo de calor en aquel mundo de dolor.
- Entonces -dije antes de partir- si yo ya no tengo nombre ¿quién soy?
- Buena pregunta. Esta vez sí que te puedo responder -dijo con una sonrisa- Ahora que somos hermanos, ambos formamos parte del mismo Fin de los tiempos. Yo blandiré la guadaña y tu portarás el reloj...
[#376] Hermanos eternos. El tiempo de las muertes y la muerte de los tiempos...
Oquedad...
lunes, 28 de marzo de 2011
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