Solución...

domingo, 19 de febrero de 2012

Esta entrada es la continuación de "Impulso..."
Kingdom Hearts - Dive into the Heart


Sin saber todavía como había ocurrido tenía un cadáver en medio del garaje.

Un cuerpo inerte y burlón yacía ahora ante mi, riéndose de mi desgracia al ser él mismo mi mayor problema. Las terribles carcajadas me atravesaban el corazón como ardientes agujas, hiriéndome y maltratando mi dolido pensamiento.

-¿Que hago yo ahora con esto?
La pregunta era repetida una y otra vez al aire. De pie esperaba una voz que me guiara para salir de aquel entuerto.

Pero no escuché absolutamente nada.
Nada de nada.
Solo silencio, un punzante y terrible silencio...

Fue entonces cuando el miedo vino a visitarme. Las dudas me asaltaban sin cesar.
El temor corría vertiginosamente por mis venas.

Ahora mi única preocupación era hacerle desaparecer, pero en mi estado me resultaba imposible. Estaba alterado, confuso, perdido, no sabía que hacer.

Saqué un cigarrillo de la pitillera y calé entre nervios e injurias a mi insensatez. Ahora mis huellas estaban en su cuello, si el cadáver era localizado tal cual me atraparían.

Desplacé el cuerpo hasta la sala de la caldera y cerré el garaje con llave.
Ahora era el momento de pensar. Necesitaba mi tiempo, mi humo, mi paz, mi calmado e inquebrantable juicio limpio de nieblas e insensateces.

Subí a mi habitación y escuché un poco de música con la que poder pensar con claridad. Comencé a cavilar, a idear un plan perfecto con el que librarme del problema en el que me había metido. Como un niño que se mea en la cama buscaba la manera de deshacerme de las sábanas empapadas.

Pensé en mil locuras, tales como cocinarlo y alimentar a los perros del vecindario, o enterrarlo en mi propio jardín bajo una nueva plantación de geranios que habría ido a comprar expresamente para la ocasión.
Muchas tonterías pasaron por mi mente, e incluso algunas consiguieron hacerme sonreír de lo descabelladas que resultaban.

Pero no tardé en encontrar una interesante solución...

Cogí la moto y fui a la gasolinera a llenar un bidón de no más de cinco litros.
Poco después, al llegar a casa, busqué un par de cosas que necesitaría.
Ahora se abalanzaba sobre mi la parte más complicada.

Le puse un caso, até sus muñecas con unas cuerdas y pase los extremos por dentro del bolsillo delantero de mi sudadera, de este modo quedaban mucho menos visibles y el cuerpo se mantendría erguido.
Ahora, con el cadáver a mi espalda, monté en la moto y coloque el bidón con gasolina a mis pies. Ceñí bien la cuerda, arranqué la moto y salí de casa.

El viento era realmente reconfortante. Sentir como la brisa me acariciaba hacia más llevadero el terrible abrazo de mi querido compañero, el horrible abrazo de la muerte a mis espaldas.

Pasamos por el campo de fútbol, después la avenida de los famosos postes eléctricos, y no mucho más tarde ya estábamos por las periferias del club de tenis.

Mi destino ya estaba fijado, mi rumbo ya había sido decidido. El paseo terminaría en las trincheras.

Aunque vieja seguía siendo una gran luchadora. Sin ser siquiera una moto de cross, mi pequeña Piaggio llego a la explanada que hay justo antes de llegar a las trincheras de una pieza.

Desaté al oso amoroso de mi cintura, lo apoye sobre mi hombro, tomé el bidón con la mano izquierda y comencé a caminar hacia el bosque.

Eran ya cosa de las siete de la tarde, el sol se estaba ocultando en el horizonte y yo lo hacía entre las sombras de los árboles.

El camino resultó mas llevadero de lo que pensaba y pronto llegamos al lugar que tenía en mente. Una vieja trinchera que había en lo alto de una colina y que todavía mantenía gran parte de su recorrido bajo tierra accesible. El lugar perfecto.

Dejé caer el cadáver lo más adentro posible y lo coloqué con la cabeza mirando al techo. Abrí su boca y le obligué a tomar unos cuantos tragos de gasolina a su salud.
Un cuarto del combustible del que disponía estaba ahora en el interior de su cuerpo.

Cogí el bidón y cuidadosamente terminé de rociar el resto de su cuerpo. Bien empapado y listo para chisporrotear entre las llamas.

Saque de nuevo la pitillera. Tomé un cigarro y lo coloqué tranquilamente en la comisura de mi boca, sin preocupaciones, sin prisas. Este era mi momento, este era el final que yo había decidido.

Saqué de mi bolsillo el Zippo que mi abuelo me regalo y encendí aquel cigarro como si de una antorcha olímpica se tratara. Con orgullo y satisfacción di una profunda calada y sentí como el humo se deslizaba a través de mis pulmones, envenenando mi cuerpo y a la vez sumiéndome en la calma.

Era la hora, el final estaba cerca, el telón debía bajar y traer consigo el final de tan curiosa aventura.

Tomé una última calada y cogí el cigarrillo sin poder evitar dejar escapar una retorcida sonrisa.

Lo solté. Este cayó, encendió la gasolina y su cuerpo comenzó a arder.

Aquí estaba.
El final.
El brillante y apoteósico final que las llamas que emanaba de su cuerpo producía.

Una mirada de tristeza se reflejaba en mis ojos. Todo había terminado. El éxtasis se había ido. El placer de la muerte ya estaba completamente marchitado. Ya no quedaba nada por lo que enloquecer o por lo que sonreir.

Allí estaba él, ardiendo ante mi, como Sodoma, como Gomorra, haciendo centellear mis ojos en la oscuridad de la noche que se cernía sobre nosotros.

El tiempo estaba en mi contra y el olor de su cuerpo no tardaría en delatarme, así que, viendo su cadáver chisporrotear una vez más, le dediqué unas últimas palabras.
Nobles y sinceras, crueles y despiadadas:

"Ve donde el viento te pose, donde tus actos te lleven, donde el fin te sitúe.
Que quien te amase te llore, que quien te quisiera te recuerde, que quien te conociera te extrañe.

Espero que allí a donde vayas no me guardes rencor, tarde o temprano mi hora también llegará. Quién sabe si a manos del tiempo, o quizás a manos ajenas como en tu caso, pero algún día esas manos llegarán y con ellas mi final.

No te pido que me perdones. Ni siquiera que escuches mis disculpas, puesto que nunca van a existir. Sin embargo hay algo que si que deseo, y es darte las gracias.

Mis manos nunca te olvidaran y mi alma no podrá ignorar el placer de aquel momento. Te estoy sumamente agradecido por dejarme tu vida en bandeja.

Gracias por regalarme tu muerte."


Las llamas habían perdido su ímpetu, el hedor de su carne empezaba a corromper mis sentidos, y la luz de la luna entraba furtivamente por la abertura.
Era la hora de marchar.

Salí de allí en silencio, arropado por el aciago viento que esparcía por el cielo el nefasto aroma de la muerte. La luz a mis espaldas menguaba rápidamente, como una triste hoguera de verano maltratada por el viento del mar.

Bajé la ladera y, una vez abajo, miré atrás para contemplar como el agonizante resplandor sucumbía entre las tinieblas.
[#376] "No estoy loco, disfruto de la locura"

Impulso...

lunes, 6 de febrero de 2012

La Valse des Monstres - Yann Tiersen

De súbito mi respiración se entrecortó!

No se que me ocurría.
No entendía que me estaba pasando.
Un extraño escalofrío me recorría el espinazo, como una melodía que eriza todos los diminutos pelos de tu cuerpo y alcanza tu cabeza para encresparte el mismísimo pensamiento...

Al principio parecía algo fugaz, como un mero pronto que no terminas de comprender, pero poco a poco se fue tornando más nítido en mi mente.

Mi corazón latía intensamente, mi estomago se plagaba de mariposas, mi interior carcajeaba en silencio mientras en mi tez se filtraba una mueca similar a una sonrisa, una sonrisa de maldad, una sonrisa de placer, una sonrisa imbuida de fatalidad.

Allí estaba yo, sin poder contenerme, visualizando el camino a seguir...

Él estaba de espaldas a mi, admirando una serie de instrumentos que en ese momento tenia en mi garaje. Disfrutaba tocando la guitarra y probando el bajo de un amigo mio mientras yo, con la mirada perdida, buscaba una herramienta idónea para el cometido que tenia en mente.

Le dije que me tenía que ausentar un momento para ir arriba a por una cosa que me había olvidado. El no se inmutó y siguió tranquilamente tocando sin preocupación alguna, sin sospecha alguna, sin presagio alguno del futuro que se cernía sobre el.

Mientras subía rápidamente las escaleras hacia mi habitación comencé a recordar todo cuanto tenía yo en ella. Sin poder soportar el alegre bombeo de mi agitado corazón recordé la multitud de dagas y katanas, pero pronto caí en la cuenta del estropicio que eso supondría.

Que dulces imágenes poblaban mi imaginación esgrimando todo tipo de armas de filo, rebanando cada miembro como si de mantequilla se tratase, desmenuzarlo con suma delicadeza para servirlo más tarde a las finas hierbas.
Pero no era buena idea, los restos serían un serio problema, así que decidí ser sensato y no embarcarme en un arca con tantas fugas.

Miré en todas direcciones y busque con sumo recelo, nada me convencía, no podía decidirme entre tantas formas y ejecuciones que rondaban mi cabeza.

De pronto el me llamó.
Sumido en la preocupación de que quizá quisiera irse bajé atropelladamente las escaleras en su busca para ver que ocurría.

Nada más llegar abajo vi como él estaba sentado ante mi piano.
Con sus manos ya posadas en el me preguntó si podía tocarlo. Mientras yo me ponía a sus espaldas para hacer como que tenía intención de escuchar aquello que el quisiera tocar le conteste que si, que no había ningún problema.

Cuando la primera nota sonó entré en trance.

Tendría que ser limpio.
Tendría que ser silencioso.
Pero por encima de todo, tendría que ser lento.
Terriblemente lento.
Dolorosamente lento.
Tan lento que cada segundo pareciera un siglo al disfrutar de su tormento.

Un silencio sepulcral se apoderó de mis sentidos y congelo las aguas del tiempo. Todo estaba inerte, tranquilo, silencioso...

Pero ese instante no duró mucho. Cuando se dispuso a tocar la siguiente nota mis manos ya estaban en torno a su cuello, apretando cual soga a un reo suspendido en el cielo a la vista de la multitud.

La saliva brotaba de su boca y se deslizaba desde sus labios hasta mis manos.
Sus ojos se tornaban oscuros a cada segundo que pasaba, como una llama que se consume.
Sus inquietas manos iban perdiendo fuerza como un niño que suelta a su madre cuando se duerme.

Cuan dulce placer el sentirse como la mismísima parca, meciendo la barca de camino al infierno, postrando sus sueños e ilusiones ante los huesudos pies de la muerte.

Trompetas y trombones, flautas y flautines, tambores y timbales, violas y violonchelos. Todos tocaban a mi son desde lo más profundo de mi ser para complementar tan bella escena. Una orquesta perfecta para acompañar tan apoteósica expiración, tan sublime desenlace, tan soberbio final.

Intentó burlar a la muerte que le amordazaba, pero fue inútil.
Con un solo de violín cayó el telón y se hizo el silencio...

Su cuerpo inerte yacía ahora ante mi.
Las manzanas se tornaron grises y pálidas, y sus ojos se cerraron para no volver a despertar.

[#376] "No estoy loco, disfruto de la locura"

Tiempo...

sábado, 4 de febrero de 2012


Ese que tanto es capaz de darnos, y a la vez nos quita tantas cosas. El tiempo. Aquel que ha presenciado cada uno de los pasos que hemos dado, pero no desde un punto de vista egoísta, él no nos ha perdido de vista en ningún momento, y ha observado cautelosamente cada uno de los movimientos que hemos dado, nosotros, la especie humana. El tiempo. Este que nos brinda cada segundo de nuestra vida, y en un momento dado puede decidir arrebatarnos todo aquello que poseemos. Ese es, mírenle, el tiempo...

Aquel, que en un momento dado, decidió concederme un don, el don de vivir, que conllevaba una serie de responsabilidades, la de amar, la de ser amado; la de perpetuar la especie; la de hacer amistades, la de perderlas; la de aprender, la de enseñar... Y tantas otras que no es necesario ni enumerar.

Éste un día se me acercó y me dijo:

“Úsame con sabiduría, pues, aunque parezca eterno, no lo soy. Demasiada gente a lo largo de la historia pensó que era infinito y, a posteriori, se encontró frente a mi fiel compañera sin ser capaz de darle un motivo por el que no acompañarla. No seas uno más, no engroses esa lista a la que no sé cómo poner fin."

A lo que yo respondí:

"¿Por qué motivo debo acompañarla? Yo ya he encontrado demasiados motivos como para no hacerlo. Jamás abusé de ti y mi vida fue rica en experiencias."

"¿De veras? ¿Podrías enumerar motivos por los que no seguirla? ¿Podrías describirla siguiendo un guión?"

"Por supuesto que podría, de hecho procedo a hacerlo. Mi vida comienza con mi nacimiento, nacer, no recuerdo esa experiencia... Pero siento que fue algo grandioso. Nací en el seno de una familia maravillosa, que desde el primer momento supo cómo acogerme, siempre recordaré aquellos imborrables momentos "chufando lalala", corrigiendo las palabras que acababan en -ado, siendo tremendamente " ayudador". Recuerdo con una sonrisa en la cara aquellos momentos en brazos de mis padres, riendo, jugando, disfrutando de una vida que desde mi infantil punto de vista parecía eterna.

A partir de ese momento comenzó mi etapa escolar. Era un criajo más dentro de una clase extremadamente movida. En aquel momento, se encontraban en diferentes aulas, e incluso en diferentes centros, gente que marcarían mi vida para siempre."

"¿Eso es todo? - Preguntó intentando zanjar la conversación-"

Para nada. Continúe dos años siendo uno más, sin importarme nada, solo recuerdo un incidente cuando un indeseable trató de arrebatarme una partida de mi juego favorito. Lo pagó caro. Comencé mi segunda etapa escolar, la comencé con una profesora que dejaría una huella en mí y llegó un nuevo alumno a clase, aquel que pasaría a ser la persona más importante de mi vida y más tarde caería en el olvido (parcial, pues sigue en mi corazón). En tercero conocí a una profesora que intentando no hablar mi idioma, lo hacía constantemente y con la que establecí un vínculo que aún perdura. Desde ese momento comienza una etapa turbulenta. Me diagnosticaron, algo que pensé que no me afectaría en absoluto y que me ha marcado para siempre (para bien principalmente). Agradezco esos apoyos en forma de familia de los que dispuse y a partir de los cuales pude sostenerme."

“No te pedí que me relataras tu biografía -reprochó en tono jocoso-"

"No te pedí que comenzaras la conversación. -repuse- Después de un breve lapso de tiempo, en el que por mi mente solo pululaban ideas de conspiración (cosas extrañas y sin importancia), disfrutando al lado de un par de primos que compartieron todo lo que tenían conmigo sin esperar nada a cambio. Continúe con mi tercera etapa escolar la cual comenzó con curvas, me adapté demasiado rápido y comencé a desestabilizar los cimientos de mi educación y mi vida. Apareció, así, simplemente, apareció, un ángel con pinta estrafalaria y con ideas de cambio muy similares a las que mi familia siempre quiso para mí (las mejores posibles). Este ser, decidió mover una serie de hilos para hacerme feliz y de repente un día, sin avisar, me dio el empujón que necesitaba para traspasar la línea."

"¿Por lo que podríamos decir que este es el planteamiento, no? Continúa con el nudo, esto comienza a ponerse interesante."

"De acuerdo. Desde ese momento, aparecieron en mi vida dos grupos de personas completamente opuestos. Entonces tuve que elegir. Podía elegir entre ir con los de una clase más o con los de mi clase actual, por desgracia, desprecié a aquellos que tenían mi edad, una decisión que más tarde lamentaría. Apareció tanta gente... En un grupo se encontraban: una persona muy grande que más tarde dejó de serlo, un pecoso, un tío que desde siempre fue muy grande, un rallao, un gordo, un rubio al que siempre aprecié más de lo que le dije y un tío de cejas extrañas. Por la otra parte aparecieron: Un alemán rallao, un Bajista Ultra Hippie Olider (al cual quiero mucho, pero sigue siéndolo),un gordo, una persona que tenía en alta estima y que ha acabado mal, un friki del COD, un ciclao, una chica alta, una pecosa, una rallá...

Tantísima gente que no puedo ni enumerarla, pero a los que sí que puedo enumerar son a aquellos que permanecieron a mi lado siempre que les llamé: El señor friki entre los frikis, aquel que siempre fue rechazado hasta que triunfó y con el que he compartido tantísimos momentos y seguiré compartiendo, el bajito rallao al que me encanta dar abrazos y amo con toda mi alma, además de lo que me gusta asesorarle en informática, un negro que comparte tantas cosas conmigo que me sorprende y con el cual comparto cosas que ni él sospecha, un cantante la mar de guapo, con el cual consideré que tendría una amistad eterna y la sigo manteniendo, pero no de la misma manera, una chica que salió con el cantante y a la cual consideré mi mejor amiga, un infopato que te cagas de majo, mi antiguo hermano (éramos kie), una chica que sobresale por su inteligencia y su arte en la composición de historias, que sin la cual habría caído en una depresión, una chica que tenía una sonrisa siempre en la cara y con la cual tuve un pique (por bocas) que por suerte se solucionó, una chica friki susática que siempre me cuenta sus cosas y yo las mías aun no viéndonos en mucho tiempo, una chica que se cree el centro del universo, y en ocasiones hasta lo es, una chica que vive cerca mío y aun así la veo menos de lo que me gustaría.

Y tanta otra gente que me ha marcado pero con la que por desgracia apenas mantengo contacto, como la ped, la chi, la cla, el chi, dud, cas... Tantos otros que seguro me dejo sin nombrar..."

(déjà vu)

“Creo que te has enrollado demasiado sin contar nada..."

"Ya me conoces, soy incapaz de hablar de algo sin irme por las ramas y extenderme en cosas irrelevantes."

"Pues por favor resume, que tengo que realizar todavía muchas visitas."

"De acuerdo, lo siento. El asunto fue que empecé con mal pie la adolescencia (con 12 años, sí), no controlé y primero en el que fue, probablemente, uno de los mejores veranos de mi vida, y más tarde, me pasé con ese mal compañero llamado alcohol... Entonces empezó lo bueno, el grupo de música, las salidas a Valencia, todos los fines de semana con los amigos, conocer a dos chicas demasiado guapas como para merecerlas, poder admirarlas, y al haber pisado tan poco ese terreno, acabar destrozándolo todo, pero al menos, tener la satisfacción de haber conocido a dos chicas magnificas con las cuales, con una sigo manteniendo relación, pero con la otra no, y demasiadas más cosas como para desglosarlas en tan corto periodo de tiempo... Pero, pasé sin pena ni gloria la secundaria, eso sí, poniéndome las pilas al final para obtener una buena media, y ya está, hasta ahí es mi pasado."

"¿Tu pasado? ¿Pero ahora no te encuentras a mitad del primer año de tu cuarta etapa escolar?"

"Si, pero eso ya pertenece a mi presente. Comencé el curso y todo eran novedades, nuevo instituto, nuevo club, nuevas amistades... A lo cual me he aclimatado de maravilla, te doy gracias por ello. En el baloncesto voy progresando a diario, sin embargo no me quito el estrés de encima, pero esa es otra historia, en el instituto saqué el primer trimestre realmente bien (quitando dos excepciones, las cuales ya he recuperado) y en cuanto a amistades las cosas no pueden ir mejor, he tenido la suerte de estar en una clase en la que todo el mundo tiene dos dedos de frente, y a los cuales apreció infinitamente, empezando por "el torrao" (que solo lo fue al principio), mi colega de estalmat, el chico más trabajador de este mundo, mi segundo yo, el guapete, el poco trabajador, la de mi pueblo, aquella que consideré muy importante y, por desgracia ya no lo es tanto, la bajita, la bajita callada, la cantante, la alta, la de gafas, el de siempre, el del pelo chulo, mi prima, la que siempre está ahí, pero nunca hace nada, la otra de estalmat... Todos ellos (y alguno que no he nombrado, porque el sueño me empieza a pasar factura), me han ayudado a ser una mejor persona, además de los profesores que me han enseñado los valores de cómo ser mejor persona, y me han mostrado todas y cada una de mis carencias. Solo me arrepiento de dos cosas, de aquella noche en la que la cagué con esa persona y de no decirle a esa otra persona lo que siento."

"Vaya, por lo visto has tenido una vida llena de experiencias. Pero, ¿consideras que es suficiente?"

"Para nada, me falta, cuanto menos, siete veces más experiencias."

"De acuerdo, prosigue con ello. Pero recuerda, nunca te vengas abajo, no te desanimes bajo ningún concepto; tu mayor enemigo eres tú mismo, eres el único en este mundo que puede ponerte trabas suficientes como para no conseguir tus objetivos."

"Lo tendré en cuenta, muchas gracias."

"Por último, no queda sino despedirme. Desearte lo mejor en la vida; recordarte que soy extremadamente volátil, pues si continúas tirándome en esos momentos en el ordenador, me perderás y no harás sino arrepentirte; y decirte que ya es hora de que te levantes y seas capaz de ayudarte a ti mismo."

De la misma manera en la que vino, se fue. Solo dejó tras de sí una extraña sensación de que las cosas no podían salir mal si yo me proponía hacerlas funcionar, pues tenía lo más importante, amistad y cariño de mis familiares.

Así pues, el tiempo está para usarlo, pero de una manera racional, porque se va, y no vuelve, aprovecha cada segundo de tu vida, pues no lo vas a recuperar, atrévete a perseguir tus metas, porque con esfuerzo y perseverancia las alcanzarás.

P.D: "Tempus fugit"




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